martes, 8 de febrero de 2011

Lo erótico en el Antiguo Testamento

¡Qué hermosa eres, amiga mía, qué hermosa eres! Como las palomas, así son tus ojos, entre las guedejas como el pelo de los rebaños de cabras que viene del Monte Galaad. Tus dientes como hatos de ovejas esquiladas, acabadas de lavar, todas con dobles crías sin que haya entre ellas una estéril. Como cinta de escarlata tus labios, dulce tu hablar. Como granada partida tales son tus sienes entre tus guedejas. Tu cuello es como la torre de David ceñida de baluartes, de la cual cuelgan mil escudos, arneses todos los valientes. Tus pechos son como dos gamitos mellizos, que están paciendo entre azucenas. Hasta el caer del día, y el declinar de las sombras. Subiré a buscarte al monte de la mirra, y al collado del incienso. Toda eres hermosa, amiga mía, no hay defecto alguno en ti.




El cantar de los cantares. Fragmento capítulo IV
Imagen Christus and María Magdalena - Pinakothek

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