“Lenguaje es razonamiento, lenguaje es conocimiento”
Construir y distribuir nuevos conocimientos (entiéndase, saberes no formales, saberes que recrea un tipo de cultura desde sus bases populares), entre nosotros y con nuestra gente, requiere contemplar las variables que lo constituyen:
1) Por un lado, la diversidad lingüística y de dialectos que conforman el universo sintáctico y semántico popular heredado de nuestros ancestros,2) Por el otro, el proceso de aculturización al que hemos sido sometidos desde la conquista y colonización de nuestras culturas y territorios, junto al proceso al que se sometió a la humanidad posteriormente, desde la aparición del SISTEMA CAPITALISTA (en sus distintas fases históricas: feudalismo, mercantilismo, capitalismo industrial, globalización) y las ideas filosóficas que estas formas de dominación han elaborado a lo largo de la historia, con la repercusión consecuente en nuestras cosmogonías, conductas sociales, estilos de vida, etc.
Los países latinoamericanos hemos sido parte de un proceso de construcción de un sistema social, el capitalista, en tanto que este fenómeno no podría haberse concretado, sin la existencia de territorios que quedaran económicamente dependientes de los países centrales o desarrollados.
Por lo tanto, desde el punto de vista del conocimiento como valor social, la responsabilidad de esta “interdependencia económica”, y su correlato, la invasión e influencias de ideas filosóficas de “liberalismo” (economía autorregulada según la oferta y la demanda), “iluminismo”, “positivismo”, “creencia en el principio de la modernidad de que la humanidad se encuentra en progreso continuo”, “estado de bienestar”, “retorno a la ortodoxia liberal”; es exclusivamente de los sectores dominantes de nuestras naciones en alianza con el sector dominante externo.
Son los que claramente, conformaron estrategias de dominio y control social -religiones, educación, servicio militar, políticas de inmigración, asociaciones de beneficencia, etc.- con el único objetivo de continuar con la hegemonía del poder, para acumular más riquezas, consolidar el orden establecido, y hacer creer a los pueblos que ese orden liberal burgués y cristiano es irreversible.
El lenguaje, los discursos en los que nos constituimos como sujetos sociales desde pequeños, son los que ha generado el sector con dominio económico en todas las etapas de la historia. Desde este punto de vista, hemos sido invadidos y colonizados con palabras -que luego conforman ideas- que no tienen nada que ver con nuestro acerbo latinoamericano anterior a 1492.
Frente a este conocimiento impuesto por el imperialismo, y recreado en cada una de nuestras sociedades con fuerte impacto en nuestras psiquis, matrices sociales, valores, pautas culturales y educativas, nos vemos ante la urgencia de RESIGNIFICAR EL LENGUAJE.
“Deconstruir” la práctica social y dar significados distintos a las palabras que utilizamos en nuestro discurso diario, nos permitirá generar otros conocimientos, otras palabras, otros razonamientos, desde una identidad latinoamericana.
En épocas de globalización, donde hay un cuestionamiento a las instituciones políticas y jurídicas tradicionales, pérdida de identidad (del “nosotros”), aumento de la desigualdad social, exclusión, etc., los Estados aparecen fusionados en bloques regionales y achica sus antiguas funciones de intervención económica, social y cultural en la vida de las personas.
Un dato importante para tener en cuenta es, que si bien los Estados parecen desvanecerse por la primacía del Mercado financiero mundial, la descentralización de los mismos, genera en el seno de las comunidades, cierta tendencia a los LOCALISMOS, cuya base se encuentra en el reconocimiento con el más cercano dentro del territorio donde nos movemos, pero constituye un nuevo peligro, según algunos pensadores, en tanto que muchas agrupaciones, se establecen en base al rechazo hacia los otros, lo que podría derivar en más discriminación y más xenofobia.
Reconocer la particularidad de “códigos lingüísticos” de cada comunidad requiere entonces una intervención desde lo grupal con diversas técnicas participativas que nos permitan establecer el sitio en el que nos desempeñamos.
Transformar los patrones culturales establecidos, “desbloquear” las emociones y los cuerpos, nos predisponen a una producción y distribución del conocimiento nuevo, que será multiplicador de los saberes y las conductas, donde cada uno y todos, nos sentiremos “hacedores” de la nueva sociedad, sujetos reflexivos y comprometidos con el “colectivo social”.
Esta tarea, debe desprenderse de las optimistas ideas sobre el conocimiento y la espiritualidad como factores democratizantes, ya que bien podría realizarse una labor social, donde haya todo lo antes mencionado, pero cuyo objetivo fuera nada más que “contener el descontento social”, lo que nos convertiría en agentes ideológicos del capitalismo para seguir desarrollándolo.
La idea entonces, para la práctica cotidiana, es la de, no sólo despojarnos de todo aquello que tenga que ver con las formas capitalistas de producción sino con las formas capitalistas del pensar.
Aquí es conveniente observar, que si en realidad, lo que nos convoca es un cambio de sistema, (el capitalista), por otro, al que llamaré “colectivista”, sin supremacías jerárquicas ni estados reguladores, es indistinto si las prácticas sociales que llevamos adelante, se dan en un marco de recreación de tal o cual agrupación (indigenista, juvenil, de derechos humanos, de mujeres, etc), siempre y cuando quede claro el objetivo: la construcción de otro sistema que no es el capitalismo, cuyo nombre lo daremos todos, y que de ninguna manera podrá repetir las formas explícitas o implícitas de dominación de éste.
Así, Identidad Latinoamericana, concepto de internacionalismo o sin fronteras, concepto de “sinergia” (aceptación de la diversidad), construcción y distribución equitativa del conocimiento y la riqueza, arte como herramienta para la continua reflexión sobre la realidad, respeto a la biodiversidad son algunos de los temas que abordaremos desde “abajo hacia arriba”. Sin maestros ni profesores, sin vanguardias, ni líderes. Todos somos maestros, todos somos profesores, todos somos el sujeto colectivo que reflexiona sobre la realidad objetiva, y busca respuestas en la concreción de ideas.
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