"En la iglesia Santa María della Vittoria, Roma, se encuentra la escultura de Santa Teresa de Bernini. A simple vista, puede observarse al ángel a punto de clavar la flecha del amor de Cristo en el pecho de la santa que acaba de desnudar. La ropa del ángel está cayendo y la santa se encuentra en un estado de apasionamiento".
Muchos filósofos, religiosos e historiadores afirman que la idea de "religión" entre la devota y la deidad, parece haber sido la de un flirteo amatorio sin fin.
La literatura mística de todo el mundo describe el encuentro humano con lo divino en términos sexuales, expresando así la pasión latente en el éxtasis religioso, y señalando además que los niveles más altos de espiritualidad se hacen accesibles a través del sexo.
El cristianismo está lleno de metáforas del sexo usadas para describir la relación de hombres y mujeres con Dios. El Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento es una fuente donde la relación humana-divina está retratada en la imaginería gráfico-erótica:
"Bésame con besos de tu boca!
Son tus amores más deliciosos que el vino;
son tus unguentos agradables al olfato.
Es tu nombre un perfume que se difunde".
-The Harper / Collins Study Bible. 1993-
La escultura de Santa Teresa señala la máxima satisfacción que se encuentra en cierta clase de acto sexual exaltado, donde lo místico se mezcla con sentimientos de admiración, pasión y entrega "del cuerpo y del alma".
La flecha a punto de penetrarla es un 'weapon' (arma en inglés), viejo término de slang por pene, mientras que sus ojos en blanco y su pecho abierto reflejan indudablemente un orgasmo. Ella está a punto de ser herida por la flecha penetrante de la potencia divina y toma la actitud apropiada, en el proceso que la convierte en esposa de Dios y en santa.Un lado oscuro de esta vulnerabilidad mística -que puede ser sintomática, neurótica y literalmente hiriente- es la excesiva apertura que se produce a la influencia de la fuente de ese apasionamiento. Las flechas de Teresa estarían alertando sobre las lesiones reales que puede ocasionar el deseo por alguien, haciéndonos menos ingenuos con respecto a nuestra vulnerabilidad. Una forma más profunda y diferente de entrega que cambie nuestra costumbre de dependencia a los objetos/sujetos de devoción podría ser la solución a estos síntomas.Cuando se aparta el sexo de "lo sagrado", se puede sentir que aquél está separado de nuestras aspiraciones más altas, y hasta de nuestra inteligencia. Al mismo tiempo, la religión, se convierte en un ejercicio mental sin sexo, en una comprensión árida y en sutilezas teológicas.Si la religión recuperara su capacidad perdida para el éxtasis y no se separara tanto del sexo y la vida apasionada, podríamos gozar de la espiritualidad en los aspectos más encantadores y físicos del sexo, incluyendo la contemplación erótica, el contacto, los besos y abrazos, beneficiándose nuestra vida espiritual y sexual.
Basado en "El alma del sexo", de Thomas Moore, escritor,
monje durante doce años de una orden católica,
profesor de teología, músico y psicoterapeuta.









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