Secretamente llego a tu bahía.
Cristalina me detengo
en la extensión de tu playa.
Me rindo ninfa
a tu sorpresa
y haciéndome invisible
nado
entre tus manos
rodeada de brisas.
Danzamos sobre olas
ocultándonos
en la espuma
bajo un cielo furtivo.
Convirtiendo esos torsos
y esos hombros
que se rozan,
en reflejos de agua cromo
y vertientes de clímax
de ternura.
Quién te haría gozar de esta manera
entregando desnuda
el alma
y su locura...
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