martes, 18 de septiembre de 2012

Sobre plumeros en el culo

“La escena pornográfica, es directa, repetitiva, no apela más que a la explicitación del acto sexual y que la escena erótica implica juego, creación, descubrimiento, frustración, así como insatisfacción o placer." (Elina Matosso, terapeuta corporal). Es una definición concreta,  simple y general de esta diferenciación famosa entre porno y erotismo; un poco más profundo para mí, pero vale la introducción.
Me preguntan los amigos y amigas por qué el blog otra vez… por qué ahora luego de tanto tiempo de silencio. Y respondo que sencillamente porque hay que hablar. Cuando en su momento me saturó la cibermanía y la hiperinformación erótica abandoné porque pensé que todo se estaba diciendo y todos estaban más o menos de acuerdo. Pero no.
 En este circo virtual en que se ha convertido nuestra vida cotidiana las cosas no están claras ni sobre lo afectivo, ni sobre lo posporno, ni sobre lo porno, ni siquiera lo erótico. Y ya lo saben, soy apenas una decidora, incipiente escritora, etudiosa de los cuerpos y sus relaciones pero no una experta en el asunto...
Me pregunto cómo hacer entonces para resignificar la mirada y la piel, los gestos significativos y el contacto entre sujetos deseantes corriéndonos de aquel sitio donde nos colocan los medios masivos de comunicación, donde las imágenes señalan por ejemplo, un lácteo para el tránsito lento desde un escote profundo y voluptuoso, o donde “se trasmite un sorteo desde los gluteos y el premio es un electrodoméstico en vez de la protagonista de las formas expuestas.” Hiperdifícil en esta sociedad del espectáculo y del hiperconsumo.
La confusión es tal que quedamos como espectadores direccionados hacia subjetividades que impiden una conformación genuina de nuestro erotismo, sin la posibilidad concreta de autoconocimiento y de relación igualitaria con el otro/otra/otros/otras… Sin placer, convertidos en cuerpos objetos, cuerpos fetiches, cuerpos pasivos, cuerpos productos, cuerpos histéricos, cuerpos fraccionados. Nada de ello estaría mal, si no fuera porque es una situación pre-establecida por el mercado (guita, plata, money, biyuya) de la seducción. Bien podríamos re-comenzar o comenzar a decidir dejar de estar un poco dominados desde esos lugares también. Y optar por primera vez sobre el qué, el quién o quiénes, el cómo, cuándo, etc…
Digo, si quiero ser fetiche, objeto, producto, etc. déjenme decidir. Así como si quiero decidir ser sujeto, productora, activa y tener mi objeto de deseo sea cual fuere. No está mal para continuar…
Viva el plumero en el culo!

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